sábado, 20 de abril de 2013

"Fue Taís "

Le dije que me enseñara a Taís en la foto y entré palpitaciones y febriles templores estuve a punto de morir porque Taís, era ella... Taís , la mujer antílope : Taís , la domadora de bestias feroces ; Taís.
La amé en secreto todos los fines de semana durante meses, años y nunca falté a las actividades organizadas por las monjitas, adonde iba solo para verla y sonreírle, porque ella me había vuelto más risueño.
Estar enamorado de ella era algo que me hacía sentir especial, ya que viviendo como vivía, rodeado de Glorias, Patricias, Susanas, Gabrielas y toda suerte de Marías, querer a una niña llamada Taís me redimía de la vulgaridad. ¿Pero de dónde venía el nombre Taís? revolví diccionarios, enciclopedias y así encontré un insólito inventario etimológico: En el siglo IV a.c "thais" fue una querindonga ateniense que instó a Alejandro a incendiar Persépolis , en las comedias grecolatinas las voraces cortesanas eran conocidas como "Thais" y en los lechos rocosos del Atlántico Norte, Thais era el nombre de una bella caracola, pero Taís fue sobretodo una meretriz egipcia , arrepentida y canonizada ; ya me parecía que mi Taís tenia algo de cariótide de ninfa y de santa escarmentada.
Al tiempo de conocerla se dió una fiesta, donde irían los amigos de mi hermana, es decir , Taís estaría allí ; mi experiencia pachanguera era bastante triste, pero al menos me había servido para diseñar una estrategia que creía infalible: si conseguía bailar con Taís todas las salsas y demás ritmos a la hora de las melodías románticas, nadie me la podría secuestrar y entonces la conquistaría.
Habituado a verla en uniforme, recuerdo que me sorprendió advertir cómo un tenue maquillaje podía constelar su rostro infantil; en cuanto la música empezó me abalancé sobre Taís dispuesto a no separarme de ella hasta que su mamá la recogiera. Como suponía, Taís no se resistió a bailar conmigo, comenzamos con el rock, que por cierto duró como cuatro horas; estaba en apuros, no me sabía más pasos y mi gacela giraba como un trompo, ¿cómo era posible que una criatura tan delicada fueze capaz de danzar así?, Taís más bien parecía una locomotora y a mi sólo me quedaba seguirla, llevábamos más de tres horas brincando sin tregua.
Comenzó otro ritmo, miré a Taís, implorante pero ella redobló sus saltos y yo le seguí obediente.De pronto me sentí adormecido, acalambrado y entumecido por el esfuerzo y vi a Taís como se alejaba; era imposible, ya estaba por llegar los lentos, el momento que tanto esperé, pero para esto mi camisa era una sopa y de la colonia de papá no quedaba rastro; Taís se dirigió a mi y me mandó por una gaseosa, con eso confirmaba que no bailaría con ella.Desde lejos vi como se dejaba abrazar por un colado de la fiesta, me sentía como una victima más de esos antiguos hombres griegos que murieron por las mujeres ninfas Thaís , la miraba, era tan bella, me desconsolé.
Mamá vino a recojerme.

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